jueves, 10 de abril de 2014

Ricitos de Oro y los 3 osos

Ricitos de Oro y los tres osos

Ricitos de oro



Ilustración de Arthur Rackham.
Autor Robert Southey
Género Cuento
Subgénero Cuento de hadas, Literatura infantil
Ricitos de Oro y los tres osos es un cuento de hadas.
Normalmente considerado como una historia folclórica anónima, tal vez escocesa, o como material recogido por los hermanos Grimm, cobró fama a partir de su primera edición en 1837 en la forma de un texto en prosa compuesto por Robert Southey, basado tal vez en una versión más antigua y que aparecía en su obra The Doctor.

Sinopsis

La historia cuenta el encuentro entre tres osos antropomórficos y una niña llamada Ricitos de Oro por su cabellera rubia. Una familia de osos compuesta por un papá, una mamá y de su hija pequeña vive en una pequeña casa en un bosque. Un día, esperando a que su sopa se enfríe, la familia oso sale a dar un paseo. Ricitos de Oro encuentra entonces la casa vacía. Llena de curiosidad, entra y se mete en los asuntos de la familia. Como tiene hambre, comienza a probar la sopa y le gusta la del osito, ni muy caliente ni muy fría. Después, para poder descansar, comienza a probar cada uno de los tres sillones y prefiere el del osito, ni muy duro ni muy suave. Somnolienta, Ricitos de Oro decide irse a dormir, y, después de haber probado las tres camas, se acuesta finalmente en la del osito, justo de su tamaño.
Los tres osos regresan a su casa mientras Ricitos de Oro duerme todavía. La despiertan, y según la versión de la historia, la asustan antes de hacerla huir. En las versiones más recientes, los osos asustan involuntariamente a Ricitos de Oro, sin intención de hacerle ningún daño. Es cuando ella escapa corriendo entonces; la familia oso retoma el desayuno, luego de que papá oso repara la silla. En algunas versiones, los osos incluso acompañan a Ricitos de Oro para indicarle el camino correcto para regresar a su hogar. La moraleja de la historia también puede llegar a diferir, pero se puede resumir en la idea de que la intimidad de los demás debe ser respetada. Otra moraleja puede ser que debemos compartir lo que tenemos con cualquiera que lo necesite, pero concienciados de que solamente le servirá a los demás aquello que realmente sea adecuado para ellos.

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